Me ha requerido un gran esfuerzo, mental e incluso físico, aceptar que uno de los rasgos más definitorios de mi personalidad, no debe ser sustituído por su contrario, sino mantenido, afianzado y ensalzado.
La inseguridad, hija de la prédica de cualidades universales en todos los hombres como fórmulas de éxito, se ha ido disipando. No todos pueden relacionarse con los demás e incluso consigo mismo como si de una relación monógama se tratara, con la abnegada y paciente dedicación de las abuelas.
Existe una forma proscrita por las buenas costumbres de vivirnos como aproximaciones adúlteras. Arrebatos creadores, repentinos abandonos, silencios prolongados quizá perpetuos o quizá rotos por otros arrebatos que hacen que el ciclo comience una y otra vez hasta la muerte.
En ello no debería haber cabida para la censura porque quizá la pasión redima cualquier crítica a la falta de orden y método.
Gracias Onetti