sábado, 2 de enero de 2010

A propósito de un Madrid frio y lluvioso




En la noche, el vacío se torna presencia. El silencio reclama tu voz que escucho, susurrando lo que ya no me dice más, al otro lado de la habitación.

Invento excusas para causar la recriminación que sé no vendrá ahora pero con la cual te conjuro inútilmente.

Mi esperanza, que yo sea también un vacío. No para ellos, sino para ti.

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